Para quien solo lo conozca por encima, MasterChef es un programa gastronómico que busca al mejor cocinero amateur de España. Pero para los más avezados, MasterChef es un plan de tarde capaz de volver locos a los empleados del Condis, provocar el más absoluto caos en dicho supermercado y alterar por completo la paz del barrio.
Las normas eran muy claras. Sin embargo, lo único claro a los 5 minutos de empezar era la ausencia total de normas. Las cajeras y dependientas se incorporaron a la búsqueda de los equipos, mientras los carniceros y el frutero no daban crédito, dudando quizás si la revolución bolchevique no hubiera sido, en comparación, un mal menor.
A los 10 min había quedado claro que no nos iríamos de ahí sin nuestro ‘particular’ botín. La dependienta mas entregada nos avisaba de que ‘el encargado’ podría aparecer en cualquier momento… Y que más nos valía correr. Sin embargo, las risas de los mismos clientes, mezcladas con las carreras de los niños y el asombro de todo el que se asomaba por la puerta, acabaron convenciéndonos a todos de que el autentico Masterchef no tenía lugar en los platós de televisión, ni requería de una inversión astronómica o de un jurado de numerosos chefs provistos de otras tantas estrellas Michelín: bastaba tan solo un grupo de gente maravillosa, y la sensación de que una tarde más en el trabajo podía convertirse en una tarde que nunca olvidarán.
Minutos después, los cuatro equipos se repartían los fogones y, como por arte de magia, de entre tanto caos y confusión iban surgiendo pequeñas delicias culinarias. Los padres fueron, una vez más, los encargados de juzgar el trabajo de los chicos… Y por sus caras de satisfacción, el esfuerzo mereció la pena.
Cada uno de los chicos destacó en algún momento del campeonato:
Miguel Bazán, Aaron, Álvaro Salcedo y David Consuegra fueron especialmente rápidos encontrando los ingredientes que necesitaban en el supermercado. Santi, Hugo Maturana, Rafael Cela, Adrián Valea, Pelayo y Diego pusieron orden y concierto en sus respectivos equipos, dando un toque de calidad a cada plato. Álvaro Suárez, Jorge Vazquez y Juan Martín decoraron los platos cual sumilleres experimentados; las parejas formadas por Javier Luis e Idir, y Jesús y Nicolás, fueron los mejores presentando los platos.
Por otro lado, Javier Manzanares, Adrián Pérez, Álvaro González -que vivió además su primer día en Salces- y Víctor Servos sirvieron los platos con especial atención y deferencia, ganándose rápidamente el favor de los padres. Hay que destacar también especialmente a Javier Villacres y Álvaro Zorzo, que se esmeraron limpiando (este último, ¡cuando ni siquiera había podido participar en el concurso!).
Y por supuesto, echamos de menos a Juan Torija, que por estar ‘convocado’ en la fiesta de Senara (hay que acompañar a las hermanas, que se lo merecen!) no pudo venir.
Por supuesto, ¡repetiremos!