Imagínate el interior de una iglesia, segundos antes recogida en silencio, envuelta ahora en un ruido ensordecedor provocado por decenas de cencerros. Imagina un festejo increíble, colorido y muy particular, vestigio cultural de otra época, que no sea más que un ápice de la emoción con que las gentes de Hito y alrededores celebran a nuestra Madre.
Imagínate también ser acogido de un modo ‘maternal’ por Lupita y José Luis, los abuelos de Pelayo. Aderézalo con un estupendo ambiente de familia, ponle una pizca de visita cultural (¡andaban locos estos romanos!) y sírvase todo en paellera, de la mano de nuestro estupendo Chef Daniel; si a eso le sumas la predisposición de Noemí para encontrar todo perfecto a nuestra llegada -y que del mismo modo discurriese el resto de la jornada-, tendrás algo que se parece muchísimo a lo que hemos vivido estos días, en la excursión de las familias de quinto a Montalbo.
Ha sido una excursión muy entrañable, familiar, que recordaremos durante mucho tiempo. No hace falta decir que, si nos dejan, repetiremos!